
“El texto que leerás es del filósofo empirista David Hume (1711-1776) extractado de su obra “Investigación sobre el conocimiento humano” escrita en 1748, en la que demuestra su acuerdo con Locke, en que el conocimiento tiene su fuente principal en la experiencia y que sus límites también están en la experiencia pero, a diferencia de Locke, profundizó el empirismo. Hume distinguió entre impresiones (sensibles) e ideas (recuerdos débiles de las impresiones sensibles). Las primeras se dan con fuerza y vivacidad y las segundas son débiles y oscuras (especialmente las abstractas)”
Consigna: Lee el texto de Hume que está a continuación luego escribe preguntas o dudas que se te plantean a partir de lo que leas.
“Todo el mundo admitirá sin reparos que hay una diferencia considerable entre las percepciones de la mente cuando un hombre siente el dolor que produce el calor excesivo o el placer que proporciona un calor moderado, y cuando posteriormente evoca en la mente esta sensación o la anticipa en su imaginación. Estas facultades podrán imitar o copiar las impresiones de los sentidos, pero nunca podrán alcanzar la fuerza o vivacidad de la experiencia inicial. Lo más que decimos de estas facultades, aún cuando operan con el mayor vigor, es que representan el objeto de una forma tan vivaz, que casi podríamos decir que lo sentimos o vemos. Pero, a no ser que la mente esté trastornada por enfermedad o locura, jamás pueden llegar a un grado tal como para ser estas percepciones absolutamente indiscernibles de las sensaciones. Todos los colores de la poesía, por muy espléndidos que sean no pueden pintar objetos naturales de forma que la descripción se confunda con un paisaje real. Incluso el pensamiento más intenso es inferior a la sensación más débil.
Podemos observar que una distinción semejante a ésta afecta a todas las percepciones de la mente. Un hombre furioso es movido de manera muy distinta que aquel que sólo piensa esta emoción. Si se me dice que alguien está enamorado, puedo fácilmente comprender lo que se me da a entender y hacerme adecuadamente cargo de su situación, pero nunca puedo confundir este conocimiento con los desórdenes y agitaciones mismos de la pasión. Cuando reflexionamos sobre nuestros sentimientos e impresiones pasados, nuestro pensamiento es un espejo fiel, y reproduce sus objetos verazmente, pero los colores que emplea son tenues y apagados en comparación con aquellos bajo los que nuestra percepción original se presentaba. No se requiere ninguna capacidad de aguda distinción ni cabeza de metafísico para distinguirlos.
He aquí, pues, que podemos dividir todas las percepciones de la mente en dos clases o especies, que se distinguen por sus distintos grados de fuerza o vivacidad. Las menos fuertes e intensas comúnmente son llamadas pensamientos o IDEAS; la otra especie carece de un nombre en nuestro idioma, como en la mayoría de los demás, según creo, porque solamente con fines filosóficos era necesario encuadrarlos bajo un término o denominación general. Concedámonos, pues, a nosotros mismos un poco de libertad, y llamémoslas IMPRESIONES, empleado este término en una acepción un poco distinta de la usual. Con el término “impresión”, quiero denotar nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos. Y las impresiones se distinguen de las ideas que son percepciones menos intensas de las que tenemos conciencia., cuando reflexionamos sobre las sensaciones o movimientos arriba mencionados”.
3. ¿Qué actitudes generó en vos la lectura del texto?
4. De la lectura que hiciste transcribe la frase que te gustó o impactó más.
5. Fundamenta por qué elegiste esa frase.
6. Lee nuevamente el tercer párrafo.
7. Si pudieras penetrar en la mente de Hume… ¿Qué verías en ella? Dibuja o escribe algo sobre sus pensamientos.
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